Casos de Bullying.
1.- Lucas es obeso, tiene 11 años, y lleva cinco soportando intimidaciones .En EGB (primaria), cuando empezaron las bromas pesadas que le hacía un niño en particular -hijo de la secretaria de la escuela-, pesaba 42 kilos. Ese año nunca escuchó su nombre y sí "bola de grasa", "el gordo", "el pelota". Lucas, un chico muy tímido, reaccionaba al principio llorando. Ahora se le puede ver solo por el patio de la escuela. Le han derrotado.
El año pasado (tal y como narraban los hechos, ahora sería ya hace 9 años) lo desnudaron en el lavabo y le escondieron la ropa. Asiste al colegio porque no se atreve a decirle a su padre lo que le pasa. Si alguien hubiera hablado con él cuando se sintió humillado en la clase de gimnasia -el día que el profesor le gritó «corre gordo, baja la tripa» porque iba más lento que los demás- tal vez sabría defenderse. En ese momento todos rieron y Lucas se sintió doblemente humillado.
Lucas se culpa de lo que le sucede. Hay una profesora que sabe de su calvario, pero el colegio no toma medidas. El se esfuerza por agradar pero su actitud causa el efecto contrario: exaspera al "bully", y cada día soporta más golpes, codazos y empujones.¿La última vejación que ha sufrido? Le mearon la mochila en uno de los recreos.
El año pasado (tal y como narraban los hechos, ahora sería ya hace 9 años) lo desnudaron en el lavabo y le escondieron la ropa. Asiste al colegio porque no se atreve a decirle a su padre lo que le pasa. Si alguien hubiera hablado con él cuando se sintió humillado en la clase de gimnasia -el día que el profesor le gritó «corre gordo, baja la tripa» porque iba más lento que los demás- tal vez sabría defenderse. En ese momento todos rieron y Lucas se sintió doblemente humillado.
Lucas se culpa de lo que le sucede. Hay una profesora que sabe de su calvario, pero el colegio no toma medidas. El se esfuerza por agradar pero su actitud causa el efecto contrario: exaspera al "bully", y cada día soporta más golpes, codazos y empujones.¿La última vejación que ha sufrido? Le mearon la mochila en uno de los recreos.
2.- Paula tiene 14 años y por un problema en los huesos lleva botas ortopédicas. Dos de sus compañeros le empujan y se ríen. Se ha caído varias veces y ha llegado con dolores a casa. Los alumnos acosadores, argumentan que sólo lo hacen para divertirse, que no le quieren hacer daño. Nada de ello es verdad. Buscan sentirse protagonistas. Necesitan percibirse fuertes y poderosos. Se sienten superiores cuando machacan al otro. Tras el enfurecimiento de la víctima esconden sus propias heridas. Bajo la apariencia de una novatada, los agresores camuflan su inseguridad, y llenan su vacío emocional. Persiguen sin descanso vivencias diferentes, y necesitan impresionar.
Hecho mas impactante.
3.- A principios del curso 2004/2005, (yo por aquel entonces estudiaba 1º de bachiller, con 17 años), a Jokin, de 14 años de edad, le empezaron a hacer acosos en la escuela, a causa de un problema (gastritis o gastroenteritis) que tuvo que se hizo sus necesidades en clase (diarrea), sus compañeros empiezan a burlarse de el, de la mofa, pasan a los golpes, incluso le rompen el aparato dental en una paliza. "Le hacían comer tierra", decía una compañera.
El resto del año siguieron con el acoso, golpes, palizas, maltrato psicológico, pasividad del profesorado...
Durante el campamento de verano, Jokin y su cuadrilla son pillados por los monitores mientras fumaban un porro. Cuando el asunto llega a oídos de los padres de los adolescentes, todos señalan injustamente, a Jokin como chivato y se ensañan más con él.
El 13 de septiembre, primer día de clase, es recibido con el aula decorada con papel higiénico para celebrar el aniversario de la diarrea y con golpes, la profesora, le hace recoger al propio Jokin los rollos de papel higiénico.
14 de septiembre lo acribillan a balonazos en el gimnasio. El día 15, otra paliza cruel.
Jokin deja de ir a clase y su tutora alerta a los padres. Padres y profesora acuerdan que Jokin vuelva al aula el martes 21 con un móvil por si tuviera problemas. Esa misma madrugada, se suicida.
En el lugar donde Jokin se suicidó sus compañeros dejaron flores y velas. La madrugada del 21 de septiembre cogió su bici y salió de casa. Encontraron su cuerpo a los pies de la muralla de Hondarribia 12 horas después. «Libre, oh, libre. Mis ojos seguirán aunque paren mis pies», escribió la tarde antes en Internet.
Alguien dejó esta frase, escrita en un folio blanco con tinta azul y en castellano, al lado de las velas que dibujan las iniciales de Jokin, J.C., junto a la muralla de Hondarribia:
" Jokin, no te conocía pero yo también he pasado por lo mismo. Mi dolor sigue oculto, el tuyo ya no y servirá para hacer cambiar las cosas. Ahora descansa en paz. Un beso"
La carta, sorprendentemente, al día siguiente, había desaparecido.
Jokin no fue este septiembre a las fiestas del pueblo con sus amigos. Ya no quería divertirse ni estar con sus maltratadores. Ni siquiera tenía ilusión por su 15 cumpleaños, que hubiera sido cuatro días después del fatídico martes 21.
A Jokin le conocía yo, no como amigo, si no mas bien como conocido, por unos amigos que tenía yo en Donostia, pero fue igualmente un palo enterarse de esa noticia, encima por aquello que nos hicieron leer.
El resto del año siguieron con el acoso, golpes, palizas, maltrato psicológico, pasividad del profesorado...
Durante el campamento de verano, Jokin y su cuadrilla son pillados por los monitores mientras fumaban un porro. Cuando el asunto llega a oídos de los padres de los adolescentes, todos señalan injustamente, a Jokin como chivato y se ensañan más con él.
El 13 de septiembre, primer día de clase, es recibido con el aula decorada con papel higiénico para celebrar el aniversario de la diarrea y con golpes, la profesora, le hace recoger al propio Jokin los rollos de papel higiénico.
14 de septiembre lo acribillan a balonazos en el gimnasio. El día 15, otra paliza cruel.
Jokin deja de ir a clase y su tutora alerta a los padres. Padres y profesora acuerdan que Jokin vuelva al aula el martes 21 con un móvil por si tuviera problemas. Esa misma madrugada, se suicida.
En el lugar donde Jokin se suicidó sus compañeros dejaron flores y velas. La madrugada del 21 de septiembre cogió su bici y salió de casa. Encontraron su cuerpo a los pies de la muralla de Hondarribia 12 horas después. «Libre, oh, libre. Mis ojos seguirán aunque paren mis pies», escribió la tarde antes en Internet.
Alguien dejó esta frase, escrita en un folio blanco con tinta azul y en castellano, al lado de las velas que dibujan las iniciales de Jokin, J.C., junto a la muralla de Hondarribia:
" Jokin, no te conocía pero yo también he pasado por lo mismo. Mi dolor sigue oculto, el tuyo ya no y servirá para hacer cambiar las cosas. Ahora descansa en paz. Un beso"
La carta, sorprendentemente, al día siguiente, había desaparecido.
Jokin no fue este septiembre a las fiestas del pueblo con sus amigos. Ya no quería divertirse ni estar con sus maltratadores. Ni siquiera tenía ilusión por su 15 cumpleaños, que hubiera sido cuatro días después del fatídico martes 21.
A Jokin le conocía yo, no como amigo, si no mas bien como conocido, por unos amigos que tenía yo en Donostia, pero fue igualmente un palo enterarse de esa noticia, encima por aquello que nos hicieron leer.